Montajes expositivos (2015-2022)


2022  "Paisajes del mundo flotante I" (el elogio de la sombra)
            Centro Centro de Arte La Empírica. Granada, Octubre de  2022




Se entiende por mundo flotante, el mundo nocturno del placer, el ocio y la embriaguez, que constituía el fondo de muchos de los cuadros de los pintores japoneses del primer tercio del siglo XX. Y a su vez, el espacio físico, geográfico, de las islas que conforman el Japón. Dos mundos flotantes: el del mapa y el de los sentidos.

 

Esta serie consta de 46 cuadros que recorren desde el siglo XVI al siglo XX la pintura japonesa. Seleccionando los lugares de nacimiento de los pintores escogidos.

 




Son paisajes vistos desde satélite. Los mapas son planos. Representan el espacio sobre dos dimensiones. Dibujos, líneas continuas que serpentean el terreno. Huyo de las ciudades, de las cuadrículas sacadas con escuadra y cartabón. Y rebusco en la proximidad de los campos, en las tierras de cultivo, en montañas, ríos y caminos. Allí donde lo orgánico nos antecede. Utilizo herramientas de búsqueda de imágenes. Google Earth y Street View son tecnologías de la visibilidad y  muestran lo que no se reconoce de forma oficial.  

 



El paisaje visto desde el cielo ofrece apreciar la tierra con una mirada nueva. Propone una perspectiva virgen. Campos roturados, cultivos de colores irisados que cambian con la luz. El paisaje en lontananza, nos muestra lo sublime de la naturaleza. Color, volumen, geometría, forma, luz, perspectiva.

 

Un total de 46 pintores japoneses, representados por el mapa de su localidad natal y una imagen de referencia que yo he elegido entre las que más me gustan de su obra. Un proyecto subjetivo, donde se dan dos vertientes: la geográfica y la pictórica. La elección, no siempre convencerá a todos, dado que son muchos los pintores que no están. He intentado que fuesen los más representativos.

 



 

Mis objetivos son dar a conocer a los pintores japoneses en España, visibilizar el trabajo de estos artistas y acercar la cultura japonesa a través de la pintura. Llevar la visión de un español al mundo asiático, con profundo respeto y admiración por su cultura y tradiciones.

 

He realizado una inmersión en el mundo japonés, para ampliar mi conocimiento, en diferentes artes: literatura, cine y música. Para poder entender y aproximarme más a su cultura.







2022  "Pintura en el interior, 2002-2022"
            Centro Penitenciario Madrid IV Navalcarnero. Madrid, Julio de 2022





Luis Francisco Pérez. 

Facebook. 4 de septiembre de 2022

 

Estas imágenes pertenecen a pinturas del artista Ikella Alonso (Madrid, 1971, @ikellaalonso), y fueron contempladas la pasada semana, junto a un pequeño grupo de invitados, en un lugar para nada habitual, un centro penitenciario. En concreto el C.P. Madrid IV de la localidad madrileña de Navalcarnero. La muestra fue gestionada por la asociación “Solidarios”, agrupación de personas comprometidas con quienes sufren la exclusión social. Acompañados por el artista y un responsable de la citada asociación pudimos ver una buena selección de su trabajo (catorce telas de 200x200, la mayoría, y las restantes de 150x150) realizado durante los últimos veinte años. La muestra llevaba por título “Pintura en el interior”, rótulo o etiqueta que perfectamente puede ser leído en un doble sentido: como el lugar en el cual las obras se exhiben (un centro penitenciario), y como el enunciado que refleja una determinada cualidad formal y expresiva de las pinturas, pues todas las telas son representaciones de interiores, y también, en consecuencia, análisis pictóricos del espacio en tanto que territorio de compleja y ambigua significación.




Dos décadas, veinte años (y en contra de lo que se afirma en un famoso tango), es ciertamente “mucho tiempo”, lo suficiente como para que la obra de un artista evolucione desde unos concretos parámetros expresivos -muy cercanas las primeras pinturas del entonces recién estrenado siglo al “espíritu” de artistas como Manolo Quejido y Alfonso Albacete, este último también un gran tratadista de interiores- a estadios de mayor complejidad representacional, incluso cuando la tenue frontera entre lo que vemos en un óleo y el siguiente sea de una muy sutil diferencia, existente pero casi invisible; como si esa refinada y pausada evolución se hubiera detenido en el doble tiempo de la acción y la contemplación.





Ikella como artista es un amante y conocedor de las imágenes artísticas, y entre ellas se encuentran lógicamente algunos de los más bellos interiores de la historia del arte de la Pintura. Interiores que han sido por el artista “leídos” (investigados, analizados, estudiados) con el fin de poder ofrecer su propia versión de tan famosos interiores. Ahora bien, lo que el atento espectador contempla no es solo una inteligente “traducción” (que también en su sentido más prosaico y como punto de partida), sino el sofisticado análisis de un “interior” que quizá deba más, indirectamente, a una acumulación de sensaciones culturales (escenas de películas, fragmentos de novelas, versos de poemas…, y por supuesto casas habitadas) que a una concreta filiación de causa y efecto dentro de la historia de la pintura universal.




“Pintura en el interior” es también, naturalmente, una “Poética del espacio”, y voluntariamente cito el bello título del no menos hermoso ensayo de Gaston Bachelard. Tanto es así que he recurrido a la primera frase del primer capítulo de este libro, luego de la magnífica Introducción, para mejor “posicionar” las pinturas de Ikella Alonso. Dice así ese estupendo arranque: “Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad del espacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado, siempre y cuando se considere la casa a la vez en su unidad y su complejidad, tratando de integrar todos sus valores particulares en un valor fundamental. La casa nos brindará a un tiempo imágenes dispersas y un cuerpo de imágenes”. En la frase del filósofo y crítico literario francés están expuestos los principales argumentos que también encontramos en estas pinturas: la complejidad semántica de lo que entendemos por “espacio interior”, la fenomenología de su misma “intimidad” en tanto que “casa” o espacio habitable, así como la extraña unidad de su representación en un cuerpo de imágenes. Con estos espacios de significación podemos perfectamente integrarnos en estos interiores, o territorios de protección afectiva y cultural, que con estilo y elegancia dicen al espectador: “Pero pase, por favor, no se quede ahí”.






2021  "Paisajes Planeados"  
            S Gallery. Madrid, Noviembre de 2021







Ikella Alonso: la planta y el alzado
Miguel Cereceda

Ikella Alonso es un artista formado en la cercanía y el contacto con uno de los grandes pintores españoles contemporáneos: Manolo Quejido. Sus primeras exposiciones individuales, en 1993, 1994 y 1995, se llevaron a cabo en El Almazén de la Nave. La nave era el espacio industrial en el que Quejido tenía su estudio y que compartía con numerosos artistas. Por su parte el “Almazén” era el último reducto de la Nave, que entre todos alquilaron y utilizaron como sala de exposiciones, y en el que además se organizaban encuentros, cursos y conferencias, durante los años noventa. Allí estuvieron Ángel González García, Juan Manuel Bonet, José Luis Brea y Fernando Carbonell, y otros muchos críticos y profesores universitarios, impartiendo conferencias y participando activamente en los debates. Allí también adquirió Ikella Alonso una importante formación crítica y artística.





Pero Ikella es una artista que se encuentra ahora en plena madurez creativa. Después de su extraordinaria exposición individual, titulada “El vuelo de Ícaro”, en la sala O’Lumen de Madrid, en la que se establecía un interesante diálogo con la mejor tradición de la pintura, podemos considerarlo ya como uno de los valores consolidados de la nueva pintura española contemporánea. Y para ello Ikella Alonso, lejos de genialidades vanguardistas o de ocurrencias oportunistas, no ha encontrado mejor herramienta que profundizar precisamente en ese diálogo franco y abierto con la mejor tradición de la pintura. «Si algo es inherente a la pintura —afirma el artista en una declaración en su curriculum—, se trata del tiempo como particularidad. Tengo especial interés por el paso del tiempo en la pintura, la duración del proceso pictórico, la fase física y la permanencia y vigencia de la obra, en el futuro». Con ello reafirma no solo la tradición, sino también su voluntad de permanencia como artista.








Y la primera tradición que reivindica es, sin lugar a dudas, la de su maestro y amigo Manolo Quejido. Hacia finales de los años ochenta y primeros noventa realizó Quejido una interesante serie de cuadros titulada “Pensamientos”, en la que, bajo la advocación de la flor llamada también pensamiento, le consagraba una meditación a cada uno de los grandes pintores de la historia de la pintura, pintando esquemáticamente dicha flor con los trazos y los colores característicos de cada uno de aquellos pintores. De este modo, el pensamiento (la flor) trataba de pensar igualmente la pintura, siguiendo un lema reiteradamente invocado por Quejido, según el cual “pintar es igual a pensar” (Pintar = Pensar).

Para esta nueva exposición —presentada curiosamente de nuevo en el contexto de una nave industrial—, Ikella Alonso parece haber seguido un procedimiento semejante, dedicándole un cuadro a cada uno de los grandes maestros de la historia de la pintura, pero prestándole sin embargo una atención especial a la idea del paisaje.







Tengo la absoluta convicción de que el paisaje es una invención de la pintura. Los antiguos no conocían el paisaje ni tenían modo alguno de contemplarlo. No solo no hay pintura de paisaje en los frescos o en la cerámica antigua que nos ha llegado, sino que tampoco en la literatura se encuentra esa posible contemplación. Ni Odiseo ni Eneas ni los argonautas, a pesar de que recorren todo el mundo conocido, son capaces de reparar en modo alguno en las bellezas de los entornos naturales por los que viajan. La naturaleza no es para ellos algo que admirar ni contemplar, sino algo ante lo que hay que mantenerse alerta y vigilante, pues está llena de peligros y amenazas. Tampoco en la Edad Media hay experiencia alguna de paisaje. Cuando Petrarca sube a lo alto del Mont Ventoux en la Provenza, lo que contempla desde arriba es, por un lado, la poesía clásica latina y, por el otro, la nueva poesía provenzal. El libro de San Agustín que lleva consigo en su proceso ascensional le dice claramente: «No salgas fuera de ti. Permanece en tu interior, pues en el interior del hombre habita la verdad».





Para que apareciera en la pintura la representación del paisaje fueron necesarias dos cosas: primero, la Reforma protestante y la prohibición de las imágenes religiosas en las iglesias y, en segundo lugar, el orgullo por la conquista del territorio. No es de extrañar que fuese precisamente en Holanda donde más se desarrolló, a partir del s. XVI, la pintura de paisaje. La prohibición de las imágenes en las iglesias obligó a los pintores a orientarse hacia otros temas. El bodegón, el retrato y la pintura corporativa se introdujeron como temas recurrentes. Pero, en la representación del paisaje sobre todo, los holandeses celebraban, por un lado, la manifestación de Dios sobre la tierra pero, por otro, el orgullo y el heroísmo de las tierras conquistadas al mar. Por eso especialmente los paisajes holandeses del XVI y del XVII están llenos de presas, canales y molinos.

Pero también es cierto que esta representación gráfica de la naturaleza es doble. Pues, por un lado, está la representación del espacio, bajo la forma que conocemos como mapas o como planos y, por el otro, la representación de lo que todavía en el s. XIX se llamaban “países”. Mientras que el plano trataba de representar esquemáticamente el territorio, desde una perspectiva aérea, las vistas, países o vedute ambicionaban una representación naturalista, desde el punto de vista del espectador. Lo primero dio origen a la cartografía y lo segundo al paisaje.





En esta exposición Ikella Alonso ha tratado de conciliar ambos modos de representación. En una especie de doble homenaje conceptual a la pintura, presenta, por un lado, paisajes. Pero estos paisajes adoptan el punto de vista cenital, característico de la cartografía. De hecho, sus cuadros, tienen más bien la apariencia de planos o de mapas. Por eso Ikella titula su exposición “Paisajes planeados”. Pero en segundo lugar, el artista dedica cada uno de estos panoramas o vistas cenitales a algunos de los grandes pintores a los que admira, tratando de pintar en ellos el paisaje del lugar en que nacieron. Sirviéndose de imágenes satélite del entorno de estas ciudades y pueblos, genera un mapa que a su vez empieza a pintar y colorear con la paleta y los colores característicos del artista allí rememorado. Así se conmemora la pintura de Picasso con un cuadro que se titula “Málaga” o la pintura de Courbet, con otro titulado “Ornans”. En esta relación con la pintura no era por tanto de extrañar que dos ciudades holandesas ocupasen un sitio preferente. Así se le dedican cuatro lienzos a Amersfort, la localidad natal de Piet Mondrian, y hasta quince lienzos diferentes, titulados Rotterdam, al gran Willem De Kooning.

Hasta tal punto es el paisaje tema e invención de la pintura, que la pintura misma transformó radicalmente su concepto, a través de su obsesión por el paisaje. De hecho, tanto Klee como Kandinsky, llegaron a la abstracción a través de la esquematización de los paisajes. El propio Picasso llegó a configurar su idea del cubismo, evocando la pintura de Cézanne, a través de los paisajes de Horta de Ebro. Y lo mismo sucedió con Mondrian, también él llego a la abstracción geométrica pasando primero por el paisaje.









2021  "Tierra a la vista"  
           Museo Fundación Jesús Otero. Santillana del Mar. Santander. Septiembre 2021



     La muestra consta de una veintena de obras que representan paisajes vistos desde satélite.
     Ikella parte de una imagen real, para convertirla en un paisaje pictórico. Trabaja con los mapas que representa         la tierra natal de los pintores que más le interesan y lo mezcla con los últimos cuadros que pintaron en vida. No       se trata de colorear un mapa, sino de construir a través de la paleta y la dicción del pintor un paisaje plástico.






       "Tierra a la vista", habla de los paisajes que visualizamos de lejos, con distancia. Utilizo una imagen de satélite para mostrar la tierra natal del pintor sobre el que hago referencia. Los 24 lienzos que componen la exposición, están pintados entre 2011 y 2021. Todos tienen un formato de 65x54, y son óleo sobre lienzo. Pintores como Zurbarán, Wesselmann, Iturrino, Guerrero, Tarsila Do Amaral, Tiziano, entre otros, forman la lista de los pintores elegidos. En esta exposición, se ve cierto equilibrio entre la imagen de referencia y el mapa, el paisaje y la cartografía.











"Cincinatti" 65x54 óleo/lienzo  2021




2019  El vuelo de Ícaro     
         O_Lumen, espacio para las artes y la palabra (Madrid). Septiembre-octubre 2019








     Armando Montesinos. EL VUELO DE DÉDALO (Extracto seleccionado del catálogo) 2019.

“Ikella Alonso ha ido a buscar a los maestros de la pintura a sus lugares de nacimiento. Ha querido ver esos paisajes, esas geometrías azarosas, a vista de pájaro, para reinterpretarlos desde el conocimiento de sus obras, hibridando su personal dicción con las gamas de colores y los planteamientos de aquellos. Más que a Ícaro, la labor de un pintor, enfrentado una y otra vez a un nuevo lienzo en blanco, recuerda a la interminable tarea de Sísifo. Pero Ikella Alonso no está condenado por dios alguno, sino que aborda el continuo volver a empezar de la pintura desde la voluntad propia y la libre elección. El oficio y su aprendizaje continuo, sostenido en el tiempo, y la voluntad insobornable de la investigación pictórica, ajena al éxito o al fracaso puntual de un cuadro, son las alas, nada frágiles, con las Ikella Alonso, tozuda, esforzada y gozosamente instalado en el laberinto de la pintura, sobrevuela, manteniendo la distancia que impide la catástrofe, los paisajes de su historia”.







Miguel Cereceda
Publicado en Facebook
28 de Septiembre de 2019

El vuelo de Ícaro 

El vuelo de Ícaro es en realidad una fábula moral. No expresa sino la frustración de las ambiciones imposibles del hombre. Volar es un sueño demasiado audaz para el humano. Sin duda el ingenio de Dédalo es capaz de invenciones prodigiosas, pero hay que tener cuidado, porque en la aventura puede morir tu propio hijo. Lo que, en el relato de Ovidio, más se repite son las advertencias del padre: “no te alejes de la línea recta”, así como las imprudencias del hijo, “arrastrado por la pasión de surcar el cielo”.



El vuelo de Ícaro es un viaje por el aire, sobre el mar, para escapar del laberinto de Creta, y es también una caída. Pero Ovidio no se deleita allí ni en los paisajes maravillosos que se contemplan desde lo alto ni tampoco en las hermosas vistas. Sí menciona sin embargo la sorpresa de los labriegos, los pescadores y los pastores que los ven volando, y que los consideran como dioses. Pero no hay ningún paisaje.




Pieter Brueghel el Viejo pintó también esta escena, a partir de la descripción de Ovidio. Pero deliberadamente mostró la indiferencia de los labriegos, los pescadores y los pastores, que continúan con sus tareas, mientras que el joven Ícaro cae precipitado sobre el mar. “La caída de Ícaro”, el cuadro atribuido a Pieter Brueghel, es sin embargo un verdadero paisaje, tal como lo podemos pensar en el sentido moderno. Allí se ven el mar y las ciudades, el campo y los bosques, y las lejanas montañas. Al fondo de su cuadro, el sol emerge poderoso, mientras en el primer plano se produce el ocaso de Ícaro.



En su exposición titulada “El vuelo de Ícaro”, por su parte, Ikella Alonso ha abordado una doble reflexión sobre el paisaje y la pintura. Pues el modo en que la pintura aborda el problema de la representación del territorio es, en sí misma, doble. Por un lado, está lo que podríamos denominar el mapa y, por el otro, aquello a lo que la tradición denominaba “vistas” o “vedute”, y que terminó apareciendo en nuestra representación contemporánea como “paisaje”. Al parecer los primeros mapas que conocemos no eran más que representaciones esquemáticas de fincas, realizadas con el fin de cobrar los impuestos. Se conserva sin embargo una tableta de arcilla del s. VI a. de C., con la representación de la ciudad de Babilonia, sobre el Éufrates.



Ikella Alonso ha querido, por un lado, conjugar en sus cuadros estos dos modos de representación del territorio, el mapa y el paisaje, generando lo que podríamos denominar un metapaisaje o una especie de paisaje conceptual, en el que la pintura retorna sobre el paisaje y el paisaje mismo retorna una vez más sobre la pintura. Es sabido que el paisaje es una invención de la pintura. Justamente, con los holandeses del s. XVI, es cuando por primera vez se pudo contemplar la belleza de una naturaleza que hasta entonces solo se veía como agreste, hostil o enemiga. La prohibición protestante de las imágenes sagradas, unida al orgullo por el territorio heroicamente conquistado al mar, empezó a proyectar sobre los antiguos éremos y silvas, la imagen gloriosa de la manifestación de Dios en la tierra. Pero esa imagen solo la hizo posible la pintura. De modo que, antes de la pintura, no había paisaje ni posibilidad alguna de ver o contemplar las hermosas vistas.



En Ovidio ni el ingenioso Dédalo, que vuelve indemne de su viaje por los cielos, ni tampoco su atrevido hijo Ícaro son capaces de ver paisaje alguno. Sobre todo porque tal cosa no existía. Ven desde lo alto la isla de Samos, dejan tras de sí Delos y Paros, y a la derecha a Lebinto y a Calimna, fecunda en miel. Pero no hay paisaje aquí en modo alguno. Ni hay deleite en la visión ni fascinación en la contemplación. Lo que ellos ven parece más bien una carta de navegación: un mapa.



Ikella Alonso ha tratado de conjugar esos dos modos de la representación. Pero ha querido insistir además en esa doble relación, entre el mapa y el paisaje, en su reciprocidad con la pintura, dedicando —al modo de Manolo Quejido— cada uno de sus cuadros a un pintor al que admira. No solo utilizando, de cada uno de ellos, su paleta y sus colores —claramente reconocibles en la mayor parte de sus lienzos—, sino homenajeando además al paisaje natal de aquellos pintores a los que rinde pleitesía. Extrae una imagen de satélite, tomada del Google Earth, de las ciudades o los pueblos en los que han nacido estos pintores, la esquematiza sobre el lienzo y luego la colorea con colores que recuerden claramente al pintor evocado. Los títulos de los cuadros son así los de las ciudades o pueblos en que estos han nacido. De modo que finalmente el paisaje encarna en la pintura, y sus propios cuadros se convierten en una hermosa alegoría de la pintura misma.


Ikella Alonso
“El vuelo de Ícaro”
O_Lumen, espacio de las artes y la palabra
Claudio Coello 141
Madrid, del 20 de septiembre al 20 de octubre de 2019



2018  Ojos de Mujer
          Restaurante Sr. ITO. Madrid, Marzo de 2018.











"Ojos de Mujer pintora: 77 cajas, 154 ojos + los tuyos." es el nombre de la recién inaugurada expo en "La Pared del Sr.Ito", por el artista Ikella Alonso.
Una expo dedicada a las mujeres, mujeres pintoras en este caso, y que el artista quiere dar visibilidad. Mujeres pintoras que a la mayoria no conocemos, pero que están ahi. Una obra que no puede venir en mejor momento ya que el jueves es el día de la mujer,
una mujer luchadora, feminista, que lucha por la igualdad y sus derechos.






2017   Cajas de Ojos
          Sala Café Pombo. Madrid, abril de 2017.




144 Cajas de Ojos. Montaje Café Pombo. Madrid
Las cajas se iban acumulando en la estantería. Poco a poco eran tantas que empecé a subirlas a lo más alto del mueble del salón. Sabía que eran para algo, pero no tenía la claridad de saber bien para qué. Dejé que el tiempo corriese, como suelo hacer con todo lo que luego se convierte en proyecto. Intuyo o puedo intuir que va a haber algún resultado del guardar estas cajas. Pero no hay nada seguro, tal y como es la vida misma. Nos movemos por intuición y pensamos que quizás algo puede que pase. Pero en verdad, todo es duda, incertidumbre. No es de extrañar que al final, todo se levante y genere una fuerza con la que uno no contaba ni en la intuición. Las cajas superan el centenar y ya no caben en el mueble, a pesar de que las he ido colocando en dos filas, una ciega, porque no se ve. Me paso el día colocando y ordenando, los libros, las cajas, los botes. No es tanto el placer de colocar sino el modo de la colocación. Puede que sea por colores, por autor o idioma, por simpatía entre autores o bien por el título. Pero no se cierra jamás el modo en que pueden ir colocados. Con las cajas pasa lo mismo. Manet tiene que estar con Picasso y también con Degas. Rembrandt cerca de Velázquez y Tiziano. A Warhol le pongo a un paso de Matisse y a dos de Gauguin. Coloco las cajas unas junto a otras, a la misma distancia para que ninguna se sienta con ventaja respecto a las otras. Colocar, ordenar, me lleva a pensar en Andreas Gursky, creo que él también lo hacía. Esas fotografías de mostradores donde los objetos, cada uno en su sitio, nos catalogan el espacio. Que bien se lo pasa, que quebraderos de cabeza para dar con la colocación “perfecta” y cuánto tiempo se nos va en estos asuntos(...).


(...)Las cajas, con su contenido secreto. Las cajas, carísimas. Las cajas, encintadas e imprimadas, esperando a que los ojos de un pintor se posen sobre ellas.

144 cajas, 288 ojos... +LOS TUYOS

Ikella
(Un día antes de la exposición)



Vista lateral izquierda del montaje.



2016    La brecha de Víznar
           Centro de Arte La Empírica. Granada, mayo de 2016.





Ya desde pequeño, Federico había sentido la necesidad de comprometerse socialmente. 
Todo lo que Lorca recrea y trabaja en sus textos, lo vinculan al sufrimiento de los más 
desfavorecidos. Insistió en la responsabilidad del artista para con su tiempo y su pueblo. 
Eligió el teatro, porque pensaba queera el modo más directo de llegar a la gente. 
El contacto más inmediato y educativo.

Tanto Lorca como Goya, están unidos al pueblo y al sufrimiento de este. La actualidad de 
nuestra época vincula estos asuntos: la violencia en Goya, el dramatismo en Lorca. 

“La brecha de Víznar”, célebre cuadro de José Guerrero, marca un punto de inflexión 
entre ambos artistas: el barranco, como lugar de vacío y pérdida. Por un lado de la 
condición humana, por otro de la cultura. Es a su vez, el barranco, un enclave fundamental 
donde todo está al límite, donde el acontecimiento se agrava. Caída o equilibrio, tensión latente.

Para esta exposición tenía la necesidad, de releer a ambos artistas en un diálogo dramático. 
La serie “No hay rosas sin espinas” (2008-2013) y la serie “Suite Lorca” (2016), componen 

el grueso del montaje.










La idea principal de la serie va encaminada a relacionar los acontecimientos actuales de nuestro 
tiempo con las estampas que grabó Goya en su serie de “desastres de la guerra”.  El interés está en 
que ambas imágenes se fundan.

Hay un conflicto debido al incremento masivo de imágenes de violencia y pérdida en los medios 
de comunicación, que acaba anestesiando, efecto aspirana que produce insensibilidad en mayor 
o en menor medida. Las imágenes de Goya como expresiones plásticas de dolor y sufrimiento de los seres humanos de hoy.

















2015    La Caballería Roja
           Sala Juan Pascual de Mena. Madrid. Octubre 2015





Cajas de Ojos




Paisajes enlatados





Charcas







Botes de pintura






© De los textos sus autores.
© De las imágenes sus autores. © VEGAP

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